1. Rebanar una langosta en la cabeza.
Algunos chefs afirman que con rebanar justo en la cabeza es suficiente para matar a este crustáceo de manera más rápida, evitando el sufrimiento prolongado.
2. Matar a una langosta con choques eléctricos.
Para ayudar a los crustáceos a morir “sin sufrimiento”, existe un dispositivo que administra una descarga eléctrica letal que electrocuta al animal con un voltaje de 110 voltios. Esta los deja inconscientes unos segundos para que así, no puedan sentir el momento de ser cocinados.
Sin embargo, el CrustaStun, parece no ser tan efectivo, ya que han observado que estos animales siguen moviéndose incluso después de ser aturdidos con dicho dispositivo.
3. Sumergir a la langosta en hielo antes de hervirla.
Otra estrategia, es poner a las langostas sobre hielo para lentificar su sistema nervioso y así poderlas llevar a la olla.
4. Cortar una langosta y lastimar la espina dorsal.
5. Sumergir las langostas en agua dulce.
6. Hervir una langosta viva hasta que se cocine.
Entonces, ¿realmente es posible matar a una langosta sin hacerla sufrir?
La organización Advocates for Animals, concluyó tras 15 años de investigación y de evidencias científicas, que las langostas son capaces de sentir dolor y un gran sufrimiento.
No existe método compasivo para matar a una langosta.
Al pensar en una langosta, lo primero que te viene a la mente es su color rojo brillante. Y es que este característico color lo obtienen durante el proceso de cocción.
En su hábitat natural, estos crustáceos suelen ser de color azul oscuro o de color negro. Esto las ayuda a camuflarse y mezclarse con el entorno, por lo que también se vuelve un método de escape de los depredadores en el agua.
Entonces. ¿Por qué cambian de color las langostas al cocerse?
Para responder esta pregunta, científicos han trabajado desde 1870 para encontrar el motivo. Hasta que en el año 2002 por fin se encontró una respuesta.
Los responsables de este cambio en el color de la mayoría de las langostas (descartando las albinas) son dos moléculas: la proteína crustacianina y el carotenoide astaxantina, quien es responsable de colores rojos, amarillos y naranjas. Esta última la obtienen por medio de su alimentación y la crustacianina es generada de forma natural por las langostas.
Cuando estas dos moléculas se encuentran dentro de la langosta, crean ese tono azulado.
Cuando se cocina a altas temperaturas una langosta, la crustacianina (que no es estable al calor) pierde su forma y se reorganiza liberando la molécula carotenoide astaxantina que vuelve a su forma original. La cual permite el cambio de color en el crustáceo cocinado y que su resultado sea un tono rojo brillante.
A pesar de que se puede explicar de alguna manera este proceso. La ciencia aun no puede resolver como es que las crustacianina tiene la habilidad de cambiar el color de azul a rojo y viceversa.
El misterio que esconden las langostas aun no ha sido descubierto en su totalidad, pero lo que muchos pueden asegurar con certeza, es que estos crustáceos sí pueden sentir dolor.
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