Hace muchos años, en una casa que se encontraba en medio del campo, vivía una familia la cual incluía a tres niños que, lamentablemente, habían perdido a su querido padre. Después de unos años de la pérdida, la madre, le dio la oportunidad a un hombre de poder unirse como esposo y padrastro de los pequeños.
Todo iba bien, aparentemente su padrastro era un hombre responsable y amoroso con ellos. Todas las noches al llegar, los saludaba con entusiasmo y estos, respondían con el mismo sentimiento.
Los pequeños jamás olvidaron a su padre, pero pensaron que en él, encontrarían el refugio y el amor que creyeron que jamás podrían volver a sentir.
Sin embargo, al poco tiempo y sin justificación alguna, empezaron a ser golpeados brutalmente. Fueron torturados en todas las formas posibles, siendo su favorita para este fin la más pequeña. Una tierna niña de aproximadamente 6 años de edad. Ella se había ganado el odio de su padrastro, ya que este creía que la menor tenía la preferencia y la atención de la madre.
Cada noche la suerte de los inocentes niños era la misma. Debían cuidar cada respiración, porque hasta el más mínimo ruido, era motivo suficiente para terminar inconscientes y amarrados en el patio trasero de la casa…
La pequeña niña, una noche, escuchó a lo lejos fuertes gritos e interminables golpes que provenían entre el espeso y negro bosque. La oscuridad no la dejaba ver, pero la voz era fácil de reconocer. Venía en camino su padrastro, y esta vez, muy alcoholizado.
Subió corriendo las viejas escaleras de la humilde casa, se apresuró a recorrer el largo y oscuro pasillo y logró entrar a la última habitación; se escondió debajo de la cama que solía usar su padre antes de morir de una inexplicable enfermedad que lo aquejó durante varios meses. Entre ropa vieja y sucia y entre heces de rata, se encontraba ella, muy asustada y temblorosa; ya no quería seguir sufriendo los maltratos del hombre al que tenía que llamar “amado padre” para evitar los fuertes golpes.
A lo lejos, escucha a aquel hombre, que una vez quiso como un padre, gritar. Parece estar aun más molesto porque en casa no hay nadie que lo atienda. Pronto recordó que su madre había salido con sus hermanos a buscar madera para prender la chimenea y le había ordenado servirle a su nuevo padre. Pero sabía que, aunque obedeciera, sería golpeada hasta la inconsciencia.
Agazapada entre basura, la pequeña siente su cuerpo cada vez más frío. El miedo le impedía moverse con cada estruendoso paso que se acercaba cada vez más. Sin embargo, sabía que tenía que luchar por su vida. Esperaba atenta el momento para sorprender y golpear con todas sus fuerzas usando una de las maderas que tomó de entre todo lo que la rodeaba. Pero, en un lamentable sollozo, fue descubierta y arrastrada por todo el oscuro y frio piso de la parte superior. Es castigada por la furia de un hombre bestial. Entre gritos y golpes, la desprotegida niña es lanzada por las escaleras fracturando uno a uno, cada hueso de sus extremidades, si es que todavía le quedaba uno completo; lo inevitable había sucedido, y su muerte fue casi instantánea.
La madre llegó al poco tiempo con sus hermanos mayores, ella no hizo mas que buscar a su amado esposo, pero extrañamente no lo encontró, había desaparecido.
Después de muchos años, fue localizado en la casa abandonada, se encontraba en el antiguo cuarto del padre. Lo reconocieron por la ropa, ya que por el estado de su cuerpo, solo pudieron saber que este había sido cruelmente asesinado.
Desde entonces la casa ha sido inhabitable. Han acontecido sucesos escalofriantes que incluso hasta hoy, han provocado que los que se atreven a aventurarse dentro del lugar, salgan despavoridos al encontrarse con las presencias que se esconden entre las sombras. La mayoría habla de una tierna niña con vestiduras rasgadas. Parada al pie de la escalera observando, gritando, llorando y pidiendo ayuda directamente a sus oídos.
“Corre, él ya viene”
Dónde hoy es un salón de eventos en el numero 90 de la calle República de Uruguay, Col. Centro en la Cuidad de México; en la época virreinal solía ser la casa de Don Juan Manuel de Solórzano, un hombre rico, sin herederos y muy celoso de su hermosa mujer.
Don Juan Manuel vivía tan frustrado por su actitud, que decidió internarse dentro de un convento franciscano para así calmar sus pensamientos. Sin embargo, recordaba a cada segundo que había dejado al frente de sus negocios a uno de sus sobrinos. Comenzó a cegarse con la idea de que este mismo se entendía con su mujer y esto, lo enfermó de celos.
En un arranque, buscó a una hechicera para que esta le ayudara a cerrar un pacto con el mismo diablo, todo para saber si su mujer le era infiel y con quién (para aclara la idea que tenía de su propio sobrino).
Como parte del pacto, él salió del convento para matar con un puñal al primer inocente que se cruzara frente a su casa en punto de las 11 de la noche. Sin embargo, el diablo no conforme, le pidió que todas las noches repitiera la misma acción hasta que, finalmente, el asesinado fuera el amante de su esposa.
En la tercera noche el que cruzó frente a su puerta era su sobrino, y este, se convirtió en su última victima.
Después de esa noche Don Juan Manuel no pudo más con su conciencia y arrepentimiento. Por ello, decidió ir al convento para confesar sus crímenes. El padre que lo escuchó atentamente, como penitencia, le dijo que debía rezar durante tres días frente a una horca para limpiar sus pecados.
Don Juan Manuel cada mañana se paraba frente a la horca y rezaba procurando no perder la concentración, ya que mientras lo hacía, por su mente pasaban imágenes horrorosas, se le aparecían demonios y pudo verse a si mismo muerto y envuelto entre las llamas del demonio. No lo soportó más, apenas terminó de pagar su penitencia, decidió colgarse para acabar con toda esa culpa, las imágenes y las voces que lo volvían loco.
Desde esa noche, su alma atormentada regresa a ahuyentar a las personas que se encuentran en su casa o en los alrededores. Si tienes suerte sólo te espantará para que corras asustado, pero si te pregunta la hora debes temer, pues si pasas frente a su puerta a las 11 de la noche y le respondes, él contestará: “es dichoso el hombre que conoce la hora de su muerte”. Llevándose así el alma del pobre ingenuo para así exigirle al demonio que cumpla con su parte del trato.
Una casa ubicada cerca del panteón Dolores, en la tercera sección del bosque de Chapultepec, es la protagonista de esta historia. Aunque hay diferentes versiones de lo que sucedió en este lugar, todas concluyen en lo mismo.
Pueden escucharse toda clase de ruidos desde el exterior en su interior. Estos incluyen lamentos, cosas que golpean, gritos, susurros e incluso se han podido observar siluetas en su interior y también a una anciana asomándose por una de las ventanas a pesar de que esta casa se encuentra abandonada.
Cuentan que al entrar se han sentido observados y que esta presencia, siempre se encuentra detrás de ti. Tal es la energía que allí dentro se maneja, que nadie ha podido aguantar estar en su interior.
La “Tía Toña” fue una mujer solitaria de edad avanzada y de actitud muy amable. Al estar sola decidió adoptar a niños que no tenían la suerte de contar con un hogar. Los alimentaba y les daba ropa para protegerse. Haciendo el bien, Doña Toña los llevó a su casa donde les daba toda clase de comodidades y lujos que un niño podía tener. Por un tiempo vivieron bien, sin embargo, al contrario de lo que todos creerían, estos niños no fueron agradecidos con ella y le hacían las más espeluznantes atrocidades, haciéndole la vida imposible.
Doña Toña, por su avanzada edad, no contaba con suficiente paciencia para aguantar el nivel de “travesuras” que los niños cometían en su contra. Por lo que un día, con su tolerancia por fin agotada, golpeó a cada uno de los niños con gran furia. Uno por uno fueron victimas de sus crueles y fuertes golpes. Cegada por el enojo, no paró hasta callar el más mínimo ruido que saliera de sus cuerpos y hasta que terminó con sus vidas, al fin, se detuvo.
Doña Toña de repente se dio cuenta de algo, acababa de cometer un crimen. Decidió deshacerse de los cuerpos de alguna manera para que nadie se diera cuenta. Ya decidido, los pequeños cuerpos fueron arrastrados por todo el suelo de la casa hasta afuera y los llevó uno a uno al río para ahí aventarlos.
Al pasar el tiempo la anciana no dejaba de pensar el lo que había hecho. Su vida había cambiado y, a pesar de que intentó seguir todo con normalidad, no pudo más con su culpa y decidió encerrarse definitivamente en su casa. Nadie la volvió a ver jamás.
Algunos creen que se suicidó en su recamara y que su cuerpo sigue en la casa hasta el día de hoy. Otros dicen que, al ser una señora adinerada, fue victima de la delincuencia y que su asesinato se llevó a cabo al interior de su hogar.
Sin embargo, en todas las leyendas de la tía Toña, nunca se encontró su cuerpo ni el de los niños.
En la actualidad, algunos jóvenes que se han aventurado a encontrar la casa pero se han convertido en victimas y algunos han muerto al caer de un barranco de aproximadamente 30 metros de altura.
Los que han podido encontrar la casa, ya famosa, se han dado cuenta de que no coincide con la descripción, ya que al ser la misma de las imágenes, no se encuentra en la misma ubicación y esta, se encuentra habitada.
Esta historia crees que sea ¿Mito o Realidad?
El metro de la Cuidad de México se convirtió, desde su inauguración en el año de 1969, en el medio de transporte más importante para la sociedad.
Algunas de sus estaciones son el escenario de diversas y escalofriantes leyendas. Pero hay una en especifico que acontece en la estación del metro Pino Suárez en la línea 2 (línea azul que realiza un recorrido desde Taxqueña hasta Cuatro Caminos).
El protagonista de esta historia es un trabajador que realiza sus labores después de la media noche y también después que el último tren sale. Cuando esto sucede, se aseguran de que no haya más usuarios en el interior, para que, el personal pueda realizar el aseo de las instalaciones incluyendo las vías, estas igualmente pasan por el proceso de limpieza, y además, de mantenimiento.
Un día nuestro protagonista se separó un poco de sus compañeros, bajó a las vías e inició su trabajo. Limpió como de costumbre levantando la basura que los inconscientes avientan. Además, se aseguró que no hubiera objetos extraños que impidieran el paso del tren por la mañana, y así, impedir un accidente.
De pronto, no muy lejos de él, observó a un hombre que realizaba la misma actividad. Esto le extrañó, ya que estaba seguro de que estaba solo. Pero al verlo con el uniforme, se relajó un poco y lo único que hizo, fue tomar nota mental de que además de él, había alguien realizando limpieza de las vías.
Después de unos minutos y sin dejar de pensar en la otra persona, decidió acercase a él. Su rostro no tenía ninguna característica que lo hiciera dudar, y al preguntarle el área para la que trabajaba, este, con una voz de confianza, le dio datos que no podían ser incorrectos.
Tranquilo con la información, decidió seguir realizando su trabajo e incluso de alguna manera sintió que sería una gran ayuda que hubiera alguien más ahí ya que así terminaría más rápido. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, notó que su compañero se fue perdiendo entre la oscuridad del túnel, y ya que esto esta prohibido, decidió enviar a su jefe el incidente; recordó los datos que el trabajador le había dado y simplemente continuó.
Después de lo que parecieron varias horas, su jefe lo solicitó por lo que corrió a presentarse al llamado. En cuanto se encontraron, este le preguntó sobre su extraño reporte. Tranquilo, le contó todo lo que había sucedido, incluso que su compañero se había perdido entre la oscuridad y que le parecía incorrecto que se adentrara tanto, sin luz y solo.
Su jefe, extrañado pero tranquilo, escuchó la detallada historia y lo dejó terminar. Al final sacó una carpeta que contenía los nombres, los cargos y las fotos del personal que laboraban ahí. Juntos, iniciaron la búsqueda del sujeto; las hojas de aquella carpeta eran revisadas una a una y con detenimiento, las fotos eran analizadas. De repente estaba ahí, había encontrado la foto de aquel extraño trabajador y aunque la foto se encontraba desgastada y en mal estado, lo reconoció, por lo que se apresuró a señalarlo.
– ¿Estás seguro de que esta es la persona que viste? – le preguntó con incertidumbre.
– Sí – contestó rápidamente con confianza y seguridad, aunque un poco extrañado por la cara de sorpresa de su jefe.
En ese momento fue invitado a tomar asiento, y mientras lo hacía, podía ver a su superior respirar profundo al momento que juntaba sus manos y las llevaba a su rostro ahora pálido.
– El trabajador que me dices tiene varios años muerto y no eres el único que lo ha visto – su cara ahora ponía una expresión dura – NO le digas a nadie, no quiero que empiecen a renunciar por miedo y que llegue a oídos de los usuarios –
Pasmado, nuestro protagonista le preguntó si era una broma y pidió una explicación a lo que estaba escuchando. Su jefe rápidamente le platicó que aquel hombre había fallecido en las instalaciones, justo donde él se encontraba realizando sus labores, de hecho prácticamente él fue el reemplazo cuando el puesto quedó vacante tras su trágica muerte después de ser arrollado por un vagón que no debía estar en movimiento.
Helado, el trabajador escuchaba con atención y, al mismo tiempo, recordaba con pavor su encuentro con aquel personaje. Se trataba de convencer de que no podía ser así, parecía una persona real, como él.
Sin embargo, eso fue lo que sucedió. Se encontró con un fantasma.
Al poco tiempo supo quienes eran los otros compañeros que habían tenido un encuentro con aquel sujeto; platicaron sus experiencias y así es como comenzaron a nombrarle “el Fantasma del metro Pino Suárez”.
Recuerda esta historia la próxima vez que te encuentres en el metro. ¿Es real cada persona con la que te topas?
¿Te atreves a caminar o bajar totalmente solo las escaleras en las instalaciones del metro durante la noche?
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